viernes, 22 de octubre de 2010

DETESTADOS QUELOIDES (*)

Cartel de la muestra Queloides, curada por Alejandro de la Fuente,
a quien le prohibieron la entrada a la Isla.


A Gilberto "el único niño negro de mi aula" en la Universidad.
A Albita Rodríguez, que un día dijo
con toda razón que, sin los africanos,
este hubiera sido un continente lamentable.

Mi último trabajo en Cuba fue un unitario para una serie llamada "Convivencia", una tontorrada que, como su nombre sugiere, pretendía enseñarnos a coexistir sin matarnos los unos a los otros o, en todo caso, sembrarnos la culpa, en tanto individuos, por las psicopatías de un país donde el hombre de a pie es el menos responsable. El elenco era pequeño pero variopinto: una actriz joven y conocida de televisión, un actor de la vieja guardia teatrera y los entusiastas principiantes del grupo teatral La Colmena, de Carlos Alberto Cremata. Apenas se comenzaba a permitir la entrada a la televisión de talento de otras procedencias, pues el pomposo Instituto Cubano de Radio y Televisión había sido por años un coto cerrado con una planta actoral bastante limitada en cantidad –y calidad- que dio pie a exabruptos como ver actores de treinta y pico de años haciendo de adolescentes. Con pocas y agradecidas excepciones, se dedicaron a hacernos la vida un yogurt a los nuevos.
Pero ese no es el cuento. El cuento es que escogí como protagonista masculino a un negro, policía de día y actor aficionado de noche. Y nunca, ni antes, ni durante ni después de haber sacado al aire esa media horita de ficción logré esquivar la pregunta: ¿para qué usas un negro si el unitario no trata del racismo?

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No es noticia que Cuba es uno de los países más patéticamente racistas del mundo, donde aún se usan conceptos como adelantar la raza (mezclarse con blancos) o atrasarla, si la mezcla va en la otra dirección. Advertencias de padres a hijos como yo no peino pasas (pasas = cabello de negro); declaraciones de inmenso cinismo como la hecha por Fidel Castro a mediados de los 80’s, llamando a incluir más mujeres y más negros (sic) en la dirección del Partido Comunista, como si hablase de agregar a la dieta brócoli y coliflor, que saben a mierda pero son buenos para la salud. En ese contexto a nadie le pasa por la mente que la negritud pueda mostrarse sin ser un “problema”. En los años 70, el reducido grupo de actores negros de la televisión protestó enérgicamente porque sólo les daban papeles de sirvientes en los dramáticos, y los directivos no tuvieron más remedio que darles finalmente su propio dramático. Que fue una historia de negros cimarrones (**). Sin comentarios.
En mi caso, recuerdo que les propuse a los burócratas (todos miembros del Partido y personal de confianza) echar el cuento a la inversa, y mostrar la lucha de una rubia de ojos azules por ser aceptada. No es lo mismo y no te hagas el gracioso, me respondieron. No hubo manera de lograr un entendimiento, pero logré sacar al aire el unitario sin mencionar ni una vez the N Word, como dicen los gringos. Y para mi gozo personal, colé en la escenografía un retrato de la madre del protagonista: nada menos que Billie Holiday.

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El tema negro sigue siendo tratado en Cuba con pinzas y mucho asco. Ser negro en Cuba está bien mientras se limiten a pegar saltos folklóricos, hagan actos a lo Cirque Du Soleil en el primer show de Tropicana, ganen medallas deportivas o dancen desnudos y pintados por Mendive, un pintor oportunista que ha puesto en venta desde su raza hasta los cultos afrocubanos en los que presuntamente cree, con tal de narrar su vida en dólares.
Ahora, quien pretenda ir más allá, tocar la cicatriz hipertrofiada del racismo que recorre la mejilla de mi país, pasa a ser enemigo, incluso agente de la Afro CIA
Nos nos confundamos: a más de medio siglo de Revolución redentora, el negro sólo se sigue viendo bien en los frijoles, en los zapatos y en algunos poemas del mulato Nicolás Guillén.
PS: Sería buen momento para dejar sentado que no me causan gracia los comentarios racistas. Pero como siempre queda algún descarriado por ahí, le propongo un ejercicio sencillo de autoestima: párate desnudo frente al espejo. Y a continuación ve cualquier video de Yotuel Romero, de Orishas.
Si después de eso insistes en creerte superior a los negros, tú lo que estás es mal de la cabeza.  



(*) m. (dermatología) Cicatrización patológica, irregular que se asemeja a las patas de un cangrejo. Se debe a un exceso de colágeno en la dermis (piel) durante la reparación del tejido conectivo. Es, por así decirlo, una cicatriz hipertrofiada. Abunda entre los jóvenes y la gente de raza negra.
(**) Los cimarrones eran esclavos rebeldes que huían al monte.

1 comentario:

  1. Me encanto Cami. Tan cierto! Me hiciste reir recordándome los comentarios de "yo no peino pasa" o "no vayas a atrasar la raza, niña!" Jaja! Por Dios!

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