jueves, 28 de octubre de 2010

En una noche tan cuchi como esta



Mariángel Ruiz, 1ra finalista Miss Universo 2003.
presentadora de tv y mamá de Victoria
Faltan horas para que comience el Magno Evento de la Belleza Venezolana, la única noche del año en que me siento extranjero en mi país. Y no lo digo por las mujeres en torno a quienes gira, que si bien no las consumo en lo sexual, me siguen pareciendo el momento cumbre de la Creación. Aún no he encontrado nada que supere la perfección de una teta, y hablo de las que tienen curvatura sólo abajo, no los chichones de Playboy que ahora cargan muchas.

Mónica Spear, Miss Venezuela 2004
es ahora Micaela
una protagonista con Síndrome de Asperger
en la novela de Leonardo Padrón
"La Mujer Perfecta"
Miss Venezuela es un ritual que, como la bicicleta, hay que aprender de chiquito. Y dime tú qué rituales puedo haber aprendido yo en un país donde nada duraba más de un año. No logro extrañar los pastelitos de guayaba ni las africanas ni el pan con timba ni ninguna de las presuntas delicias infantiles de Cuba, porque nunca fueron una constante en mi biografía: fueron apenas un esbozo de gula. Pasé años endiosando la malta con leche condensada y ahora que tengo ambas en el estante del automercado, ni las miro.
No se puede tener nostalgias de algo que solamente se deseó.
Viviana Gibelli, Miss Monagas 1987,
es simplemente incansable.
Hija de cubana caza ratón, para más señas
Y encima, llegué a Venezuela viejo y mañoso, por lo cual tampoco logré insertarme en su universo de golosinas. Nada de pasta de jamón Diablitos, Susy, Cocosette, Frescolita, y mucho menos hamburguesas de McDonald’s. Cuando salí de Cuba (…dejé mi vida, dejé mi amor) juré bajo la mata de mango del patio de mi casa que nunca más volvería a pasar hambre. Sí, como Scarlett O’Hara antes del intermedio de Lo Que El Viento Se Llevó, aunque mejor peinado y sin el vestidito. Una de mis primeras salidas en Toronto fue al templo de Todo-Lo-Bueno-del-Capitalismo (léase: McDonald’s). Cuando tuve mi primer Big Mac en la mano y descubrí que, al apretarlo, aquello agarraba el grosor de una galletica de soda sin gracia, entendí que mi destino se escribiría siempre sobre una punta trasera, término medio. Sin guasacaca ni un coño: a pelo.   

Eva Ekvall, Miss Venezuela 2000
 ganó su mejor corona: vivir
Miss Venezuela es La Noche de la Mariconería Permitida en Venezuela. Ese fue mi primer desconcierto. Las familias todas se reúnen alrededor del televisor como en una gran celebración. Papel en mano, chequean si sus “predicciones” fueron acertadas. Y lloran y ríen y se emocionan por gente que en su vida conocieron y quizás nunca conozcan. Hasta ahí está bien: algo así pasa con el fútbol y con el Festival Eurovisión.
Pero escuchar a un mecánico con un tatuaje carcelario en el brazo decir que el vestido de Miss Cojedes fue diseñado por su peor enemigo, por lo bajito: impacta. Reniego de quienes critican el evento por exponer a las mujeres como animales de feria: esas ninfas llegan a la pasarela tan despojadas de toda sexualidad, tan escondidas bajo kilos de laca y telas; tan ingenuas y asustadas, que no son hembras: son drag queens. Verlas con morbo sexual, sería como querer hacerle el cunnilingus a una Barbie: pelvelso. De modo que el Magno Evento de la Belleza es más una reafirmación en la autoestima patria que una feria de carnes, y eso lo entiende hasta el macho más básico, que hoy limita sus comentarios a los ojos, la boca, incluso a la manera de caminar o de llevar los tacones de las concursantes, cuando el resto de los días sólo le importa ese culote, esas tetotas y ese capó’e’volvágen y dame ese perol pa llenátelo e chicha. (*)


Carolina Perpetuo, Miss Miranda 1986, primera actriz hoy
Al margen de que no me verán sentado ante el televisor esta noche (mi sentido del kitsch tiene límites), doy mi respaldo al concurso. Porque hay que celebrar la belleza casi hiriente de las mujeres de este país de mezclas e inmigrantes, aunque ahora lo sea de emigrantes. Cualquiera que te encuentres por las calles tiene ancestros en Holanda, la costa negra Barloventeña y hasta algún chamán indígena. Venezuela es, sin dudas, un territorio bendito por los cruces genéticos. Y sí: es verdad que las operan, pero para que algo se pueda mejorar tiene que venir bueno de fábrica. Opérenme a mí, y vean qué sale.

María Fabiola Colmenares, Miss Lara 1994
antes de ser actriz y activista política
Y Miss Venezuela no es tampoco otro tonto concurso de belleza. Es la vía que muchos talentos han encontrado para darse a conocer. De otra manera estarían languideciendo en sus vidas mediocres porque el único consecuente cazatalentos del país se llama Osmel Sousa. En lo personal, me basta saber que Mariángel Ruiz, Mónica Spear, Viviana Gibelli, Eva Ekvall, Carolina Perpetuo y Fabiola Colmenares, mujeres talentosas y cojonudas donde las haya, se dieron a conocer a través de ese concurso.  Como no soy missiólogo (**), a las pruebas me remito, y por ellas me quito el sombrero ante Osmel y sus muchachitas. Aunque esta noche no encienda el televisor. Porque, además, a Miss Apure siempre me la maquillan mal. ¡Y eso me pone los nervios de punta!

(*) NOTA AL MARGEN: Lo confieso, soy un apasionado de los piropos ordinarios y conozco unos cuantos que harían sangrar los tímpanos de los puristas: “Ven pa llenáte la barriga e gente”. “Si así es la diarrea: que me muera cagando”. “Estás como el queso e dieta: RICOTA”. “Si mis ojos fueran alfileres: porecito tu culo”. “¿Crees en el amor a primera vista, o quieres que pase de nuevo?” “Quién fuera perro pa miáte los cauchos”. “Estás como la sartén: caliente y pa echáte guebo”. “No muevas tanto la cuna que se me para el muchacho”. “Me tienes comiendo cemento y cagando bloques”. Pero ninguno le llega a los talones a uno que escuché en la cafetería de la esquina de mi facultad, en La Habana: “si con ese culo que tienes, te tiras un peo adentro e una caja e talco: tenemos niebla dos meses”.

(**) Missiología: rama del saber nacional que consiste en conocer por nombre y apellido a todas las misses que en el país han sido, amén de los estados que representaron, la ropa que usaron, y los accidentes que tuvo cada edición del concurso. Nada más entretenido que oír a una loca, por lo general muy fea y con una dentadura deplorable, enzalzar las bondades de Miss Aragua del 72 y los aportes de Miss Dependencias Federales del 81 a la ulterior selección de Miss Trijillo. Todo eso adornado con profusión de "fuistes" y "estuvistes". Si emplearan tal pasión en hobbies como leer buenos libros,  estudiar por la noche o ir a los museos, Venezuela sería más culta que la Florencia de los Médici


7 comentarios:

  1. Jajaja! Esta buenísimo el artículo Cami. Me encantó! Un beso-.

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  2. Ay Camilo!
    Me haces reir tanto!
    Ahora te voy a llamar Miss Scarlet.

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  3. Buenísimo Camilo!
    Yo como buen venezolano sí veré el concurso esta noche, pero grabado en el Direc-TV para adelantar las partes fastidiosas :)
    Saludos!

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  4. Llegue aqui porque un conocido publico la Rusa de Baracoa en facebook, y me parecio una lectura interesante, melancolica y trizte apezar del humor entrelazado. Me ha enantado tu blog, muchos exitos.

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  5. Exceleeeeenteee me encanto jajajajaja

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  6. Gracias por una siempre agrada ble lectura. ¿Por qué tu blog se llama la Rusa de Baracoa? Quizás llegué tarde para leer la explicación...

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  7. Muy buena reseña Camilo pero Dep.Federales entra a la competencia en 1987,en 1981 todavía no existía esa banda, ojo! no tengo dientes deplorables, suelo leer, visitar museos (si es que existen aún en nuestro país) y me chocan el "fuistes" "vinistes" "comistes" y sus derivados...

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