miércoles, 22 de diciembre de 2010

CONSIDER ME GONE (INTERLUDIO)


There were rooms of forgiveness
In the house that we share
But the space has been emptied
Of whatever was there
Sting


Dicen los filósofos orientales (o los autores de libros de autoayuda: no los distingo) que todo viaje comienza con un primer paso. Y agrego yo que todo viaje parte del deseo de no estar más donde se está.
Cuando salí de Cuba, y para no dejar en ella mi vida ni mi amor, hacía ya dos o tres años que me había escapado de cuerpo adentro: eso que los sofistas del quietismo llaman “insilio”, que es como exilio hacia adentro, y que suena del carajo hasta que entiendes que absolutamente nadie (ni religión ni credo político; ni siquiera opción sexual) puede disponer de tu manojo de ilusiones y del derecho que tienes a colocarlas en el orden que se te dé la gana dentro del cronograma de tu vida.
A ese estadio anímico prefiero llamarle “a mí tú no me jodes”.
El amitunomejodismo permite, entre otras cosas, poner las cosas en su justo lugar (o el que uno considera justo) y entender que ningún amor (vuelvo a fusilarme otra canción, esta vez de Martha Valdés), absolutamente ningún amor, es infinito. Y está terminando el último año sabático que le di a mi esperanza,  con resultados desastrosos: hasta el 31 del presente estaré viviendo en el único país del mundo y de la Historia, que ha legitimado en las urnas el totalitarismo. Y estoy bastante grandecito para andar cargando con irresponsabilidades ajenas.
Sabrá dios en cuánto tiempo estaré ido físicamente de mi segunda piel nacional: esas son sólo cronologías intrascendentes. Por lo pronto, arranco el 2011 en otro lado, en otra esfera: en el territorio siempre sano del amitunomejodismo.
Como Sting en su canción: consider me gone.

Oficialmente.

sábado, 11 de diciembre de 2010

GIVE HIM A BREAK


Como cada año por estas fechas, Yoko Ono asoma su jocico chino (para decirlo en modo Alicia); esta vez para asegurar que su marido, el ex Beatle John Lennon, todavía estaría vivo si no se hubiera metido en política. 


Y hay que entenderla: cuando se pasan tres décadas tratando de mantenerle el encanto a un muerto para que siga vendiendo discos, llega el momento en que las primicias se agotan. Y el target es perfecto, porque no hay nada que le guste más a un gringo que una conspiración. En eso son idénticos a los izquierdosos (1), que orgasman cada vez que encuentran alguien nuevo a quien echarle la culpa. Supongo que, tras el tubazo de la Ononista Yoko, una tropa  salga a rastrear los vínculos entre Mark David Chapman (el asesino de John) y Turner (presidente de la CIA por entonces) (2) o Webster (ídem, pero del FBI). Cuidado si J. D. Salinger termina cargando el muerto de ese muerto, por haber escrito The Catcher In The Rye, la novela que el homicida leía tranquilamente cuando lo detuvo la policía, y que fue escrita 29 años antes, cuando Lennon tenía 11 y soñaba con alguna vez lucir un pipí lleno de pelos como el que le veríamos 17 años después, en la portada de Two Virgins, un disco de 12 surcos (uno peor que el otro) co-escrito con Yoko, nacida 35 años antes en Japón, cuando Salinger tenía 14. Que son, asimismo, los años que el escritor debió esperar para desembarcar con las tropas aliadas en Normandía, momento inmortalizado por el fotógrafo Robert Cappa, quien 8 años antes, en España, había tomado la famosa foto de un miliciano al momento de recibir el impacto de una bala en la cabeza, y que probablemente, 44 años después, impresionó tanto a Chapman, que para apartar de su recuerdo tan dura imagen, se puso a escuchar el LP Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, que tiene una portada la mar de simpática, con esos colorines y ese poco de gente y una rubia que todos dicen que es Marilyn Monroe, pero no: es Diana Dors pareciéndose a Jane Mansfield. Y a la altura de la octava canción, Chapman concluyó que Lennon era un hipócrita que debía morir, porque se abstuvo de hacer lo que cualquier otro hubiera hecho con gusto, de haber tenido la oportunidad: arrebatarle la cítara a George Harrison y pegarle duro con ella por la cabeza para que dejara la comemierdería hinduísta.

Con esos datos en mano, es posible que el próximo año Yoko anuncie que el autor intelectual del homicidio de Lennon es Kevin Bacon.

Uno es de bronce y el otro no es de piedra.
Confieso que John siempre me ha caído pesado.

Ya va: todavía no hagan cola para lincharme. No cuestiono su talento (3) pero sí la envoltura mesiánica que tejen a su alrededor quienes  necesitan “siluetas o algo semejante que fuera adorable, o por lo menos querible” ante quien postrarse y ofrecer sumisión.  

Como nací en un lugar y un momento en que tener algún tipo de fe que no fuera La Revolución (well, you know…) era una sentencia, mis niveles de idolatría son escasos. Y de paso practico un simple pero efectivo ejercicio: cuando siento la tentación de considerar a alguien superior a mí, lo imagino con estreñimiento. Eso baja del pedestal a cualquiera.

Pero con John ni falta hizo. Nunca me movió su “osadía” de reservar una suite en el Hilton de Ámsterdam con su china y entre un sesentinueve y un mira-quién-viene, hablar con la prensa de Bed Peace y Hair Peace. ¿Qué eran ellos: embajadores de Silueta Schwarzkopf? Los años 60 dieron oportunidades de todo tipo para lucirse; a Lennon lo que más le angustiaba era que le pidieran dinero para hacer la revolución. En 1971 (año de Imagine y de Power to the People) George Harrison convocó a un concierto humanitario por Bangladesh. (4) Lennon no fue y además se burló: Bangladesh was caca (5). Las vallas en 12 ciudades del mundo con el anuncio War Is Over, fueron una promoción de su single “Happy Xmas, War is over”, no una campaña sin fines de lucro. Sus canciones pacifistas fueron escritas demasiado tarde, y hasta él lo admitió que las hizo cuando ya todo el mundo estaba contra la guerra. Su discurso es tan genérico, ambiguo y pajero, que le es útil hasta a Fidel Castro, quien le mandó hacer una absurda estatua, como si La Habana necesitara de Lennon y McCartney, cuando lo que urge es menos Lenin y MasCarne. (6)

Aeropuerto de Liverpool John Lennon.
Su slogan es "Above us, only sky", verso de "Imagine"
Pero, aclaro, esa es mi versión y mi visión. Cada cual hace de sus partes una pizza, y reparte los slices donde quiera. Las mezquindades de Lennon, que fueron muchas, (7) son muestra de que fue un simple humano como cualquier otro, con un buen talento para la música pop. Y con un estómago de hierro para cogerse a la china. Lo que me da hueva es que cada aniversario lo arrimen más a la santidad y a la genialidad renacentista. Ya casi dicen que mandaba a McCartney a comprar refresco mientras él componía todo lo bueno de The Beatles. 


No son Nacho y José María.

John me parece un tipo chévere (8) pero a San Lennon lo tengo guardado bajo llave en el armario de una inconografía mediática y engañosa, junto a la santidad del Che, el arte de Andy Warhol, Rigoberta Menchú,  las opiniones políticas de Sean Penn, el "rock" argentino, el Foro de Sao Paulo, las lágrimas de Omara Portuondo cuando canta Silencio en la película del Buenavista Social Club, la genialidad de las comedias de Neil Simon, los activistas de Greenpeace, que Woody Allen busque descaradamente estrellas taquilleras escudado en su fama de director de culto. Y la certeza de que Varadero es la mejor playa del mundo y Tropicana un paraíso bajo las estrellas. Ah: y  la explicación -que no acabo de entender- de por qué Mario Benedetti es buen poeta y Ricardo Arjona es mal letrista, si Benedetti es Arjona por otros medios.

Y quisiera explicarles también por qué la Madre Teresa de Calcuta me parece una vieja manipuladora y reaccionaria, pero qué va: no puedo abrir tantos frentes de batalla a la vez.

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NOTAS:
1) Izquierdoso no es sinónimo de izquierdista. Izquierdista es un ser liberal, consciente, que aboga por la progresión de los derechos humanos y busca la renovación y la equidad. Izquierdoso es un empleo temporal que consiste en apoyar cualquier cosa que suene a anti yanqui, así sean dictadores, para arrepentirse luego y escribir un libro donde confiesa que lo manipularon.  

2) En la década de los 80, cuando interrogaron a Turner acerca de la posible existencia de compatriotas espías, aseveró que “los americanos no son fuente de mucha inteligencia”.

3) En su largo estira y encoge con McCartney, Lennon reclamó haber escrito “el 70%” de la letra de Eleanor Rigby y “las partes profundas” de We Can Work It Out. Entiéndase por “profundo” el verso “life is very short, and there’s no time, for fussing and fighting, my friends”. Mi vecino marihuanero dice cosas más geniales cuando anda prendío.  

4) Luego se robaron esos reales, pero no por culpa de los músicos, entre quienes estaban Harrison, Clapton, Leon Russell, Bob Dylan y Billy Preston.

5) Última entrevista de Lennon en Playboy (http://beatlesnumber9.com/lennonplayboy.html)

6) Comparada con Fortunate Son (Credence Clearwater Revival) I Can’t Write Left-Handed (Bill Withers) Ohio (Crosby, Stills, Nash & Young), War (Edwin Starr), A Change Is Gonna Come (Sam Cooke), incluso What the World Needs Now Is Love (Burt Bacharah) y Banana Song (Harry Belafonte), la letra de Imagine parece escrita por una Miss. Y si me dices que Power to the People es un himno electrizante, te pongo Agárrense de las manos, de José Luis Rodriguez. 

7) Creía, con toda razón, que ser rico no es malo, y odiaba a McCartney a muerte. Pero el sentimiento era tan mutuo, que ni vale la pena ahondar en eso.  

8) Mi canción favorita suya en solitario es Stand By Me, que no era de él, sino de Ben E. King. Bueno, y algunas del Double Fantasy, que suenan a Motown. Como se verá, de Lennon, lo que se dice Lennon químicamente puro, paso