“Someday, we’ll be together…”
Diana Ross & The Supremes
No tengo
esperanza de que la celebración bicentenaria resulte otra cosa que un elogio de
su casta militar, con la estridencia de los helicópteros militares, la pobreza
armónica de las marchas militares ejecutadas con la proverbial desafinación de
las bandas militares, y la pompa de los discursos militares que ven por encima
del hombro al resto de la sociedad no militar.
Qué pena, porque
se supone que fechas así sean para agasajar el gentilicio que ostentamos, y
para recordar cómo y quienes moldearon nuestro universo afectivo.
Así que, para
este 5 de julio, decidí montar mi propia fiesta personal sin reparar en gastos,
que una vez al siglo no hace daño.
Habrá,
claro, una parada militar en el Paseo Los Próceres, pero simultánea con
sesiones solemnes en las facultades de Medicina, la Academia de Historia, el
Colegio de Periodistas, y en todos los gremios e instituciones locales y
nacionales. En ellas se rendirá tributo de agradecimiento del país a sus
grandes, sin privilegiar uno sobre otro. Al tiempo que los uniformados evoquen
las hazañas del Simón Bolívar estratega, los historiadores estarán
recordando el Bolívar civilista.
Todo
acto de travestismo queda prohibido: nadie representará a nadie de hace dos
siglos, ni se hará pasar por ningún prócer, así sea uno de segunda que sólo le
importe a los habitantes del municipio Dabajuro. Tampoco se permitirá que
Bolívar hable con la voz engolada del locutor de Nuestro Insólito
Universo, ni que las esclavas de la familia lo digan todo a media lengua
como Kunta Kinte, en escenas de dudosa veracidad histórica.
Por enervantes y sobreexpuestos, quedan fuera de consideración el Alma
llanera, En una noche tan linda, Florentino y el Diablo, Angelitos
Negros y la canción seudofolklórica Venezuela, de Herrero y Armenteros. Para
evitar parcialidades, todos los personajes de ascendencia política serán
eliminados. Lo que nos una, no lo que nos separe.
Fiesta Bicentenaria 2010: Buenos Aires |
En las calles
habrá puestos de gastronomía de todas las regiones. Yo buscaré los helados de
la Heladería Coromoto, los sándwiches de pernil de La Encrucijada
y la torta melosa. Otros matarán por el asado negro, el pastel de chucho, los
huevos chimbos y la hamburguesa diabla. Por supuesto que, junto al queso telita
y la polvorosa de pollo habrá también pasta italiana, ceviche, pastelería
francesa, tabules, tacos, perros calientes “con todo”, reinas pepeadas y chivo
con coco.
La ausencia del
pastel de morrocoy, por motivos ecológicos, se suplirá con el conocimiento
de Armando Scanonnne, la voz de Aquiles Machado, y el
cuerpo danzante de Zhandra Rodríguez: entre todos nos harán sentir
la experiencia de una degustación.
En la Avenida
Victoria, la más señorial de la ciudad, se honrará a los pioneros: Andrés
Bello: el primer maestro; Arnoldo Devonish, el primer
medallista olímpico; Armando Reverón, el primer pintor
moderno; Juan Pablo Pérez Alfonso, fundador de la OPEP y Henri
Pittier, padre de los Parques Nacionales; Manuel Ríos, el
primer piloto de aviones y Lya Imber, la primera mujer en titularse de
médico en la Universidad Central; el Hermano
Ginés, de la Fundación LaSalle; Felix
Guerrero, que trajo la telefonía; Ricardo Zuloaga, que hizo lo
propio con la electricidad y William Henry Phelps con la
radio.
Por
todas partes estarán los cantantes y grupos más populares y los ritmos de todas
las regiones. Muchos artistas de otros países se ofrecieron a venir, porque le
deben buena parte de su carrera al cariño que aquí les dieron. Luis Fonsi, Ricky
Martin y Jerry Rivera. Olga Tañón y Gilberto
Santa Rosa. Willie Colón va a repetir en vivo el
disco Caribe, con Soledad Bravo.
En
un gesto sin precedentes, todos los Premios de Novela Rómulo Gallegos vivos,
hicieron un aparte en sus agendas para acercarse. Mario Vargas Llosa, entre Gabriel García
Márquez y Javier Marías, será mañana portada en muchos
periódicos.
Fiesta Bicentenaria 2010: Bogotá. |
Anoche hubo un
concierto en el Teatro Nacional, del arquitecto Alejandro Chataing,
donde Judith Jaimes tocó el Concierto para piano de Reinaldo
Hahn, el hermoso judío caraqueño que fue alumno de Massenet y amante de Proust. Fue ocasión también para agradecer los aportes de la comunidad hebrea
venezolana, desde los tiempos de Abraham de Meza y Mordechai Ricardo,
que protegieron a la familia Bolívar. Ahí vi, en el público, a Sofía Imber.
También estaban Elisa Lerner, Margot Benacerraf, Isaac Chocrón, Moisés
Kauffman, e Ilan Chester entre tantos otros. Algo parecido
sucedió en las otras comunidades asentadas en el país: italianos, portugueses,
colombianos, cubanos, uruguayos, españoles, chinos y árabes se sumaron a la
fiesta, que es también suya.
Las escaleras del
Calvario fueron tomadas desde temprano por los pueblos originarios y los
pueblos adquiridos, venidos de todo el país. Junto al pemón y el yanomami está
el negro barloventeño, y a su lado el hispano. Y ese sube y baja de
hormiguitas, este cruce de razas recuerda el ajetreo de las escaleras de
nuestros barrios a la hora de la gente honrada. Todos cantan Gloria al Bravo
Pueblo, el himno del carabobeño Vicente Salias y el caraqueño Juan
José Landaeta. A capella, sin banda militar de fondo, como lo
hicieron 201 años atrás. Patricia Velázquez, presentará a Gabriela
Montero, primero en la Balada Opus 15 de Teresa Carreño, y
luego en una improvisación sobre el mare mare que arranca ovaciones.
En
la Avenida Nueva Granada se escucha un grito conocido: ¡Playball! Es la
locura, no por gusto Venezuela ha colocado a 263 hijos suyos en Las Grandes
Ligas. Pero no sólo de béisbol va la cosa. Con los Tiburones de la Guaira
van también los Cocodrilos de Anzoátegui. Ozzie Guillén desfila
con José Manuel Rey y Juan Arango. A su lado, el Gato
Galarraga con Carl Herrera. Maglio Ordóñez se toma una foto
con Iván Linares para Twitter. Los Criollitos con los hermanos Davalillo.
Morochito Rodríguez, con su medalla de oro de boxeo, se trajo una foto
de Rafael Vidal. Pastor Maldonado con Giancarlo Maldonado
y Greivys Vázquez. Tras ellos, Jhonattan Vegas, el golfista, con Dalia
Contreras y Adriana Carmona, las medallistas de Taekwondo.
Fiesta Bicentenaria 2010: Santiago de Chile |
En la enorme
tarima dispuesta donde la avenida Baralt se hace Cota Mil, se presentarán Ricardo
Montaner, Oscar D’León, José Luis Rodríguez, Carlos Baute y Franco de
Vita, juntos y cantando desde Otilio Galíndez hasta Aldemaro
Romero y el eterno Simón Díaz. Memo Morales, con la orquesta
de Billo Frómeta, recordará “Epa, Isidoro”, al tiempo que aparece
el auténtico carruaje de Isidoro Cabrera, el último cochero de Caracas.
Y a prudente distancia de él, un Oldsmobile Curved Dash de 1903, el
primer auto que llegó al país. Y muchos otros, prestados por Alfredo Schael,
director del Museo de Transporte y explicados por María Conchita Alonso y Edgar
Ramírez.
En
la Plaza Venezuela, el maestro José Antonio Abreu, en gesto que lo
ensalza, reúne los mejores músicos de todas las orquestas sinfónicas del país,
para un gigantesco concierto. En la batuta se alternan los maestros Dudamel,
Saglimbeni, Marturet y Riazuelo. Edicson Ruiz llegó a tiempo
desde Berlin, y Aquiles Báez está listo para tocar el vals Natalia,
de Antonio Lauro.
Fiesta Bicentenaria 2010: Buenos Aires |
Cuántos nombres para
recordar en mi 5 de julio. Carlos Raúl Villanueva el arquitecto; los
pintores Jesús Soto, Alejandro Otero y Armando Reverón; Renny
Ottolina y Amador Bendayan. Uslar Pietri y El Carrao de
Palmarito, Alfredo Sadel y Morella Muñoz. Vinicio Adames.
Andrés Eloy y Alí Primera, Alfredo
Anzola, César Girón y Teresa de la Parra. El poeta Eugenio
Montejo y Tito Martínez del Box, padre de La Rochela. Fausto
Verdial, Carlos Jiménez, Vicente Nebrada, Graciela Naranjo y La Venus de
Nácar.
No sólo con
charreteras se hizo Venezuela. También se hizo con el libro anaranjado de Raúl
Peña Hurtado y Luis Rafael Yépez y el de biología de Serafín
Mazparrone. Con Miss Venezuela, Rafael Cadenas y la marchanta
de Helados Efe. Con Joselo, Pepeto
y Malula. Moliendo Café y las
telenovelas de Julio César Mármol. Con el Relámpago de Catatumbo, Doris
Wells y El pez que fuma. Con César Tovar, la
Maizina Americana de Alfonzo Rivas, María Lyonza y Raúl
Amundaray. Con el comercial de limpiapocetas MAS y el Dr. Jacinto Convit; con
la procesión de La Coromoto, Ramos Sucre, Juan
Vicente Torrealba, El Museo de los Niños y Alicia
Pietri, Inocente Carreño, mi ciela y mi vido, Alberto
Grau, El Libro de la salsa, Vicente Emilio Sojo, Petróleo
en gotas, Patón Carrasquel, Viajando con Polar, Aquiles
Nazoa, ACUDE, Alirio Diaz, Simón Rodríguez, Martín
Valiente, Cecilia Todd, la
hacienda Santa Teresa, María Guinand, el caballo Cañonero, el
dibujante Zapata, el Dr. Luis
Razetti, Cruz-Diez, María Teresa Castillo y el Ateneo de Caracas, Nina
Novak, el beato José Gregorio, Ignacio Combella, La Cruz de
Mayo, Fedora Alemán, las momias del Doctor Knoche, Andrés Mata y Coquito.
Con los caballos de Alirio Palacios y Macu, la mujer del policía.
Con Neguito Borja y Sin rencor en el Poliedro. Con la Freskolita,
Carolina Herrera y Diony López. Con Ansiedad, de Chelique
Sarabia, Eugenio Mendoza, Guaco,
la Harina PAN y el Cocosette. La Fundación Bigott, Fe y Alegría y la frase “yo
no soy loca: yo soy planetaria”. Con Gardel, interpretado por Jeancarlos
Simanca y Pedro Estrada hecho por Gustavo Rodríguez.
Dos
siglos de existencia venezolana no se pueden reducir a un estruendo de cañones
y un brillo de bayonetas. Es más, creo que estos doscientos años se
lograron a pesar del estruendo de los cañones y el brillo de las
bayonetas.
Aun
así, sé que muy pocas de las glorias que menciono estarán en la celebración
oficial, que será sólo de ellos, los que están en el poder: miserable,
mezquina, enrojecida. Secuestrada, como todo lo demás.
Pero tranquilos,
que en cinco décadas tocará celebrar el 250 Aniversario de La Independencia. Ninguno
de nosotros estará aquí para organizar esas fiestas. Pero ellos tampoco.
Tan
como debe ser, dirá José
Ignacio Cabrujas.
Hoy me hiciste llorar. Gracias por conocernos tan bien, y por traernos a la memoria las cosas bellas que fuimos. Eres como mi abuela, que nació en Holanda y hablaba musiú, pero le decía a todos que ella era más Venezolana que nosotros, porque llevaba 60 años viviendo aqui. Tu eres mucho más venezolano que muchos, porque nos has querido, y porque te has interesado en saber cosas que muchos ya ni siquiera recuerdan. Duele sentir cómo nos han borrado.
ResponderEliminarValentina Ferrer
Impacta comparar las fiestas. Parecemos una republiquita africana.
ResponderEliminarSOMOS un Republiquita Africana POR AHORA. A pesar, incluso, de la mierda de oposición que nos gastamos. Un beso grande, gracias
ResponderEliminarExcelente...bellisimo!!!!!!
ResponderEliminarno se si es la nostalgia de estar lejos o mas bien lo lejos que parece estar esa plural realidad que describen tus palabras pero no puedo para de llorar. Gracias por hacer la mejor fiesta Bicentenaria del 5 de julio.
ResponderEliminarCamilo...
ResponderEliminarYo no se si te nacionalizaste... pero te nombro ciudadano Venezolano por la gracia de mis ovarios. Ojalá fuéramos tan nacionalistas como tu en eso de querer y conocer lo mejor de nuestro imaginario nacional. De las cosas grandes, pequeñas, divertidas, ridículas y a amables que nos hacen un gran pueblo... mas allá de las cosas que nos empequeñecen y nos denigran.
Gracias por tanto. Tenía tiempo sin sentirme tan bien con mi patria.
pd... También te nombro superjefe honorario de relaciones publicas para el próximo tricentenario de Venezuela. La fiesta te quedará espectacular.
Siempre existe la opción de aparecer como fantasma y halar unas cuantas patas. Sí, soy nacionalizado hace 6 años, pero ejerzo desde hace 20. Gracias por el elogio
ResponderEliminarOk. Ahora tú también me hiciste llorar!
ResponderEliminarBravo! Me encantó!
Con la solidaridad inmediata que nos caracteriza como venezolanos, te agradezco el inventario de los verdaderos valores que han debido acompañar la fiesta bicentenaria...la patria se lleva en el alma y desde el alma te agradezco a montón!!
ResponderEliminarCuídate Camilo!!